VAGUEANDO POR EL ÁREA CHICA // Raúl Sánchez
Lo vivido el pasado sábado en el Vicente Calderón, es una clara muestra de la realidad del fútbol argentino, desde sus aficionados hasta el entrenador, pasando por sus jugadores.
Empiezo por sus aficionados, que acudieron en masa al feudo rojiblanco, aproximadamente argentinos fueron a animar a su país. La hinchada argentina es conocida mundialmente por estar animando los 90 minutos sin cesar. Hasta ahí, todo perfecto, pero todo tiene un límite y más cuando visitas un estadio rival. Se deben respetar las tradiciones y costumbres del país que visitas, y este caso ver el fútbol sentado es lo habitual. Los numerosos paragüas, sombrillas, bengalas y demás, no permitieron ver el fútbol con normalidad a los que compartía grada con ellos en el Fondo Norte. Eso sí, las autoridades y seguridad del estadio, deberían tomar nota, y evitar la entrada de tales objetos al campo.
Turno para los jugadores, vale que no existan los amistosos para los argentinos, y que la competitividad es bien recibida por todos, ya que asegura un mínimo de espectáculo. Hasta cierto punto, las constantes entradas duras, la agresividad en ciertas acciones, están fuera de todo lugar, incluso en un partido oficial. Hay formas mejores de asimilar el dominio español en el terreno, y el juego duro no es el camino.
Por último, su seleccionador, ese que por su nombre y su historia ya cree que puede hacer lo que le de la gana. Diego Armando Maradona, no ha hecho más que causar polémicas desde su llegada al banquillo albiceleste. Sus declaraciones post-partido así lo demuestran: justificando la actitud de sus jugadores, menospreciando a la afición española, etc. Si sigue así, poco durará...
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